No voy a empezar diciendo como muchos que es muy choto ir a recitales en medio de la semana, porque como está el país ahora, posiblemente el año que viene las únicas bandas internacionales que vendrán van a ser de países limítrofes. No quiero ser pesimista, pero tampoco puedo ser optimista: espero que esta crisis económica que hoy azota nuestra nación no llegue a los niveles de la que se desató a fines del 2001.
De esta manera el miércoles, después de terminar una ardua jornada laboral, me dirigí al Teatro, llegando para ver lo que restaba del show de Enchained soul. No representan nada nuevo: hermosa cantante de voz angelical y guitarrista que sumaba con vocalizaciones guturales, como la banda principal y After forever, pero lo hacen con un excelente nivel y frescura que me encantó. Ante la falta de músicos, disparaban pregrabaciones de teclados y las voces podridas más agudas, todo en su justa dosis, sin saturar.
Los últimos teloneros fueron los ya consagrados Bloodparade, que se concentraron en tocar el material de su ep Take my blood y adelantar algo de su próximo larga duración, que por lo que aprecié será con guitarras más “machacozas” y baterías a medio tiempo (más punchi punchi, casi sin doble bombo, a diferencia de su primer disco Pain exposed), menos pop pero más electro.
Lo de Tristania superó mis expectativas, ya que sólo escuche dos de sus discos (Beyond the veil y World of glass), no tenía ni las más puta idea de quién había reemplazado a Vibeke Stene (una Diosa del Metal) y si bien me gusta la banda, la considero una más del montón. Ya pasaron casi ocho años de que se fue Morten Veland para crear Sirenia, pero ellos no bajaron los brazos y esa noche brindaron una performance de la hostia. Todas las miradas del público estaban atentas a Mariangela Demurtas, la italiana de 25 años que ocupó el puesto de frontwoman.
Es cierto que no llega a los niveles de la anterior cantante (no pudo llenar los zapatos en The shinnig path, por ejemplo), pero tiene un carisma único que nace de su simpatía, su hermosura y su culo espectacular. Especialmente este último me avasalló, la mitad de mi contento reside en su figura. Interesante también lo de Osten Bergoy, el tipo es una mezcla de Fernando Ribeiro de Moonspell, por la figura y el estilo vocal, y Freddy Mercury de Queen, por los movimientos y por lo maraca. Peló unas voces “limpias” que iban desde lo dramático hasta lo sensual, en la vena del doom de Paradise lost o Type O negative. Anders Hoyvik Hidle cumplió efectivamente desde su labor de único guitarrista y gruñidor.
En síntesis, tocaron más de una hora y media, y lo único que faltó fueron más samplers, que los hubo pero en pequeñas dosis. Un brindis por el debut de los noruegos en este país, y otro más efervescente por la italiana.
De yapa un video de la presentación:
Era una hermosa noche la del viernes, entonces salí con tiempo y con hambre desde mi querido sur, me comí un sanguche de pseudo milanesa en Constitución, después una pizza de Ugis por el obelisco y me sobro tiempo para pasear por Palermo antes de llegar a Flores, para presenciar un excelso recital en Asbury.
En primer lugar toco Engelhaft, conjunto que solo conocía de nombre y no sé por qué mierda suponía que eran góticos. Me sorprendieron con su propuesta centrada en el metalcore onda As I Lay Dying, con algo del material mas “americano” de los suecos Soilwork. Muy buenos sus temas propios, con una ejecución instrumental a la altura del estilo. Dado que era mi primera vez con ellos (flor de declaración!), fueron para mí la revelación de la noche.
Siguió Warbreed, el único número de genuino death melódico. Poco nuevo puedo decir de ellos, ya que concurrí a la mayoría de sus presentaciones y todas fueron relatadas en Enfermo Metal. Este show tenía la particularidad de ser el primero desde la edición de “History undone” (primer disco de la banda, su respectivo análisis en breve en este blog), así que después de abrir con The Spandau enigma (más conocida al incluirse en el viejo ep “So cry havoc…”) atacaron con Nightfall over Auschwitz, Silent and the beast, The forging, Bound for Ultima Thule, y obviamente no faltó el ya clásico Sippenhaft. Ver a Warbreed es apreciar, sobre el mismo escenario y al mismo tiempo, a cinco músicos de la san puta, que están o pasaron por las mejores bandas extremas de Argentina.
Anomalía subió en tercer lugar, con nuevo cantante. Es increíble la actitud de estos muchachos, dejan todo sobre las tablas, como si cogieran sólo una vez por año y tuvieran el semen quemándoles los huevos. También admiro que tengan semejante solidez con sólo una guitarra. Son de los primeros de estas pampas en hacer deathcore, y hay momentos que parecería estar viendo a los mismísimos Lamb of god cuando tenían veinte años.
Para cerrar estuvo Dar sangre, a quienes conocí en el primer show de Throwdown. De origen y escencia hardcore, combinan este estilo con el metalcore de guitarras más melódicas, que suenan como las bandas de la Santa Trinidad de Gotenburgo, que estas a su vez tenían influencia directa de Iron Maiden (las vueltas de la música pesada...). Con el vocalista de Anomalía sumando contundencia, dieron una potente presentación que revolucionó a su público. Incluso hubo un par de agarradas entre estos y algunos metaleros, hecho injustificable pero entendible: a mí, que me fascina el hardcore en lo musical, también me cuesta entender cómo se puede manifestar apoyo y fraternidad andando a las patadas en el pogo. Por suerte en una pausa, para tratar de tranquilizar, uno de los violeros clamó a favor de la convivencia. Más allá de todo esto, Dar sangre redondeó espectacularmente el recital, con gente subida a la valla y todo.
Sanguche de utilería en Plaza Constitucion: $3
Pizza de 1 cm de espesor en Ugis: $10
Cartera de piel de cocodrilo en Palermo Soho: u$s 300
Ver a Warbreed más bandas de vanguardia: no tiene precio
Santiago “Enfermo” Pogonza
Como estamos meta yapa les dejo otro video, de la presentación de Warbreed en este caso:
Rubén "Rottens" Rótolo
Producción y realización general
